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No es un secreto que la crisis económica en Bolivia afecta al conjunto de sus habitantes, instituciones, gremios y organizaciones, pero esta problemática se amplifica cuando se trata del sector productivo forestal, ya que engloba temas recurrentes como baja productividad, ausencia de políticas de fomento y protección y regulaciones que entorpecen la competitividad, limitaciones en el desarrollo tecnológico, políticas erróneas y competencia desleal.

Para conocer la visión del empresario forestal sobre esta temática, consultamos a Edgar Lozano Ruiz, gerente general de CIMAL, una de las empresas líderes del sector en el país, pionera en el rubro y reconocida por años, como la mayor productora de madera y exportadora de muebles del Bolivia.

 

¿Cómo está la situación económica del Sector Forestal?

La situación del Sector Forestal es muy delicada, es de sobrevivencia. Basta nombrar el contexto mundial de la pandemia covid-19 de más de un año y sus cuarentenas, que pararon la economía internacional; además de la crisis económica de Bolivia desde 2018 en adelante, cuando se transparentó déficit y decrecimiento de las balanzas públicas; los cambios de gobierno, la corrupción, la falta de una política nacional forestal, más la paralización de las inversiones y de la construcción en el país.

Todo este escenario establece una situación muy complicada del sector. Las empresas se han contraído y las que están operando lo hacen de manera parcial y han perdido liquidez. Se han quedado sin capital de trabajo. Solo basta revisar una sola cifra, por demás elocuente: las exportaciones maderables hace 10 años atrás superaban los 120 millones de dólares por año, mientras que esta gestión 2020 cerramos con 62 millones, lo que supone una decrecimiento o contracción de casi un 50%, cifra que habla por sí sola.

 

¿Cuál es la situación de una empresa formal del sector? ¿Qué problemas enfrenta la industria forestal en la actualidad?

A lo anteriormente mencionado, la economía del país se mueve en un 70% en la informalidad. Por tanto este dato anticipa ya el gran problema por el que atravesamos las empresas formales. Amén de tener todas las cargas fiscales que una actividad así exige, competimos en un marco de total informalidad, por lo que nos quita la posibilidad de operar en iguales condiciones.

Pero a esto se suma la burocracia y la sobrenormatividad al que está sometido el sector, y finalmente el contrabando, que describen un panorama desfavorable para buscar la recuperación de las empresas después de la pandemia.

Súmese al análisis los altos costos laborales y la baja productividad. Hoy Bolivia tiene uno de los salarios mínimos nacionales más altos de Sudamérica por encima de economías muy grandes como México, Brasil, Argentina, Colombia entre otras.

 

¿La industria forestal se encuentra en ventaja o desventaja en el aspecto tributario en relación a la agroindustria o a otros sectores productivos?

No entraría en ver ventajas o desventajas con otros sectores, pues cada uno tiene sus propias problemáticas. Más bien debemos expresar nuestro deseo de tener un régimen tributario simplificado y unificado, como actividad que tiene su base u origen en el campo o el bosque.

Sugeriría resolver problemas con que todos nos encontramos, como ser muchas cargas impositivas, que nos quitan posibilidad de competir con nuestros vecinos que devalúan sus monedas periódicamente, tienen mejor infraestructura y cercanía a los puertos.

También se debería eliminar esos impuestos que quitan puestos de trabajo; bajaría el IVA (Impuesto al valor agregado) y el IUE (Impuesto a las utilidades de las empresas), eliminaría el ITF (Impuesto a las transacciones financieras) y el IT (Impuesto a las transacciones).

Además, quitaría las patentes forestales y tasas de regulación, pues no somos actividad de explotación de recursos no renovables sino, muy por el contrario, somos una actividad de recursos renovables y sostenibles, pues hacemos cosecha sustentable.

No solo eso, sino que además cuidamos el bosque para todos y no cambiamos el uso de la tierra. Con nosotros el bosque siempre será bosque, y eso tiene un gran valor para Bolivia y el mundo. Es una tarea de muy alta Responsabilidad Socio Ambiental no reconocida.

 

¿Hay suficientes incentivos de parte del Gobierno para hacer del forestal un sector competitivo respecto a similares de otros países?

No, no los hay y debiera haberlos, porque, como resaltaba, somos una noble actividad de cosecha responsable del bosque, lo cual en otras economías se reconoce con pago de bonos. Pero, además, y algo que es muy importante para nuestros países, la actividad forestal como tal es muy intensa en mano de obra, lo que supone generación de fuentes de empleo, y no solo eso, sino que además ese empleo es rural, lo que genera economía en las áreas más deprimidas del país y evita la migración campo-ciudad con todas sus secuelas.

Esos incentivos algunos ya mencionados, como bajar tributos, flexibilizar el régimen laboral, simplificar la gestión administrativa forestal, pasan también por dar verdaderos créditos para inversiones que modernicen la cadena productiva del bosque y permitan su crecimiento.

Mucho ayudaría también generar demanda interna nacional en todos los niveles del Estado, con compras responsables de madera proveniente de manejos y fuentes formales, además de ofrecer seguridad a las operaciones y la apertura de mercados. Si se hizo esto con la cadena de la carne ¿por qué no copiar esas buenas experiencias para el sector?

 

Recientemente se detectó un incremento en el contrabando de productos de madera hacia el país. ¿Cómo afecta este flagelo a la economía del sector y por ende a la recuperación de la economía nacional?

Tremendamente, pues no solo que el país en general pierde ingresos por impuestos al darse el contrabando, sino que además las empresas nos vemos afectadas en nuestras ventas al competir en un mercado 70% informal.

La actividad ilegal, el contrabando, se puede dar el lujo, al estar libre de cargas fiscales, de hacer descuentos con los cuales las empresas no podemos competir.

El contrabando es a la economía de las empresas un cáncer, como lo es la droga a la salud de la sociedad, y debe cortarse. Las empresas apoyamos de manera clara toda acción de parte de cualquier autoridad tendiente a cortar los circuitos de la madera ilegal y del contrabando.

 

¿Qué otros problemas afectan al desarrollo del sector forestal?

Son muchos y durante la entrevista hemos tocado algunos como: madera ilegal, contrabando, falta de infraestructura.

Yo siempre menciono lo duro de la actividad forestal, que trabaja a 300 o 500 km de las ciudades y en gran parte hace su propia infraestructura. Además de ello está la lejanía a los puertos para exportar de manera competitiva.

Pero sin duda hay un tema que es recurrente y no se lo encara con la seriedad del caso y es los incendios forestales provocados, que hace un par de años consumieron 5 millones de hectáreas y el año pasado 1,5 millones, cifras que amenazan al sector y a los bosques y que deben preocuparnos, pues además no conozco un solo preso por semejantes crímenes ambientales. Debe el país tener una política nacional forestal que genere desarrollo y cuide a sus bosques.

Bolivia tiene un potencial exportable de 1.500 millones anuales de manera sostenible. Esa es la pérdida anual que tenemos como sociedad. Vale la pena generar las condiciones para cambiar esta complicada realidad, y las empresas reiteramos nuestra total disposición para llevar adelante juntos este desafío.

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