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La habilitación de suelos para la agricultura y la ganadería es la principal causa de deforestación.

Expresiones como “estamos bien”, “somos ricos en recursos” y éstos son “inagotables” son comunes para referirse a la situación ambiental de Latinoamérica, y en especial de Bolivia, considerado como uno de los países más megadiversos del planeta (países que albergan una extraordinaria biodiversidad). Esto ha originado percepciones erróneas sobre nuestro medio natural, sobre lo que tenemos, o peor aún, sobre cómo se usa o debería usarse.

Por ejemplo, la percepción urbana de que los camiones con troncas son reflejo inequívoco de la deforestación son hoy parte del imaginario colectivo de nuestras ciudades. Aunque la actividad maderera, ilegal o mal planificada, ocasiona la degradación del bosque, está lejos de ser la principal causa de deforestación. La habilitación de bosques para la agricultura y en especial para la ganadería es, actual e históricamente, la principal causa de la deforestación en Bolivia.

¿Por qué entonces está tan arraigada esta errada percepción? Este paradigma probablemente fue importado de nuestro vecino país Brasil, y acabó arraigándose en el marco legal del sector forestal y de conservación de Bolivia. El manejo de los bosques quedó implícitamente en manos de comunidades indígenas, campesinas y empresarios, que deseaban aprovechar las especies maderables existentes en nuestros bosques, y al mismo tiempo, quedaron estigmatizados como los principales causantes de su pérdida. 

¿Qué ha cambiado estos años? Existió y existe una visión agrarista de producción de alimentos para el consumo nacional, que busca consolidar a Bolivia como un país independiente de las importaciones. Esto generó incentivos perversos o mitos como la denominada función económica social (FES), que impulsó la deforestación más que el manejo bajo criterios de sustentabilidad de los bosques. De ser un país con muy baja deforestación hasta mediados de los 80, hoy experimentamos una de las tasas más altas de deforestación (entre 2000 y 2010 perdimos más de 1,8 millones de hectáreas de bosque debido principalmente a la ganadería. 

Esto puede haber cambiado con la Ley 337 de Apoyo a la Producción de Alimentos y Restitución de Bosques (ley “del perdonazo”), la cual, además de incentivar la producción de alimentos en tierras que sufrieron desmontes sin autorización, implicará un régimen más estricto de aprobación de desmontes futuros. Esta ley ha retomado la reversión de tierras como el castigo más duro para los infractores. Quizás su aporte menos destacado, pero a la vez más importante, es haber reconocido a los productores agropecuarios como actores relevantes de la conservación del bosque y, por tanto, fundamentales para su futuro. 

Fuente:  La Razón – Daniel Larrea Alcázar, Director del Departamento de Investigación y Gestión del Conocimiento de la Fundación Amigos de la Naturaleza FAN (28-1-2014).

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