En hora buena esta iniciativa conjunta entre el IBCE y la CFB de realizar la publicación del prestigioso instrumento de comunicación Comercio Exterior, con información del sector forestal y maderero en particular.
Estamos en los inicios de una nueva gestión de gobierno para los próximos 5 años y centramos esperanzas en que sean de beneficio para los bosques y todos los actores que vivimos de ellos y en ellos; es decir, operadores comunitarios, privados, carpinteros, industriales, profesionales, transportistas, y la ingente cantidad de familias que dependen directa e indirectamente de la actividad forestal.
Es muy probable que debamos entrar en el análisis sobre la revisión del actual régimen forestal que, indudablemente, necesita ser mejorado, pues tanto la realidad como los actores forestales han cambiado drásticamente.
En efecto, hoy, los principales detentadores de los bosques productivos son los pueblos indígenas de las tierras bajas, quienes están en posesión de más del 75 % de éstos. A su vez, los actores campesinos y agropecuarios, es decir los propietarios privados de la tierra, han entrado de manera activa al circuito productivo, especialmente de la madera. Esto es muy positivo, porque de lo contrario la madera proveniente de desmontes y chaqueos se convertiría en cenizas.
La empresa maderera tradicional, que hoy apenas detenta el 7% de los bosques productivos del país, necesita consolidar esquemas de complementariedad con los operadores comunitarios, en procesos de largo plazo, seguridad jurídica y equidad. Solo así se podrá garantizar que los bosques no sucumban a los procesos de deforestación para cultivos agropecuarios en suelos que no son aptos y, a su vez, desarrollen estrategias de consolidación de empresas forestales comunitarias de beneficio directo para las familias indígenas.
El sector carpintero que, en los últimos años, al igual que el industrial, ha sido golpeado por la crisis sectorial, especialmente a partir de las importaciones de productos de madera, debe ser igualmente atendido con políticas que le permitan recuperar el mercado interno, abastecer las demandas estatales e incluirlo en una renovación tecnológica que ya es urgente.
Exprofesamente no nos referimos a los productos no maderables, porque no tenemos el conocimiento cabal de dicho sector. Sin embargo, es también necesario dar una solución definitiva a ellos, especialmente a los productores y beneficiadores de almendra.
En fin, son muchos los factores que deben ser reconsiderados para la revisión del actual régimen forestal. Como operadores privados de la madera y como institucionalidad empresarial, consideramos prudente entrar en un proceso franco y sincero, despojado de prejuicios e intereses mezquinos, con conocimiento de causa, para que, de manera conjunta, todos los actores trabajemos antes que nada en construir una política de Estado sobre los bosques, su conservación y desarrollo y, posteriormente, en una ley que instrumentalice dicha política.
Como Cámara Forestal de Bolivia, ofrecemos a las autoridades políticas, sectoriales, organizaciones, gremios, profesionales y universidades, todas las condiciones para arrancar con este debate.