Bolivia ocupa el segundo lugar en la lista de países con más bosques perdidos debido a incendios y deforestación, según un informe presentado por la Cámara Forestal de Bolivia. Estos dos fenómenos, altamente destructivos para los bosques, plantean una situación compleja no solo para el sector forestal maderero productivo, sino para toda la sociedad en su conjunto.
Con el fin de abordar estas problemáticas, la Cámara Forestal de Bolivia organizó un taller para medios de comunicación, reconociendo el papel crucial de los medios como principal fuente de información para la ciudadanía, autoridades, productores y empresarios.
Jorge Ávila, gerente general de la CFB, señala que la deforestación de los bosques ha experimentado un avance sin precedentes en los últimos años. Considera que la deforestación de bosques destinados a la producción forestal contradice los principios de sustentabilidad y equilibrio ecológico, y lamenta que estos fenómenos, como los incendios forestales y la tala indiscriminada de árboles, no hayan sido detenidos en años recientes.
«Los incendios se repiten cada año y la deforestación avanza de manera implacable contra los bosques. Si seguimos haciendo lo mismo, nada va a cambiar», afirma Ávila, explicando la propuesta de la Cámara Forestal de Bolivia de otorgar un valor económico a estos bosques frágiles en cuanto a su fertilidad.
Ávila explica que estos bosques, vulnerables ante la acción humana, son aptos únicamente para uso forestal o maderero y deben ser respetados. La mejor manera de garantizar su preservación, es otorgándoles un valor económico a través de un uso sostenible.
«La idea es generar un marco de complementariedad entre la empresa formal privada y las comunidades indígenas a largo plazo, un marco que regule legal, administrativa, técnica y financieramente el trabajo forestal de manera sustentable»
«Un bosque que genera economía es un bosque que garantiza su permanencia», sostiene.
Complementariedad con Comunidades Indígenas
La propuesta concreta de la Cámara Forestal de Bolivia es buscar un actor económico que se haga cargo de estas superficies de bosques para hacerlos producir y así asegurar su permanencia. Esto implicaría un trabajo en complementariedad con comunidades indígenas, que poseen más del 75% de los bosques productivos del país. De las 18 millones de hectáreas bajo su dominio, solo 8 millones están bajo manejo, mientras que 10 millones están expuestas a la presión de la deforestación.
«La idea es generar un marco de complementariedad entre la empresa formal privada y las comunidades indígenas a largo plazo, un marco que regule legal, administrativa, técnica y financieramente el trabajo forestal de manera sustentable», explica Ávila.
Este esquema de complementariedad podría ser clave para darles un uso responsable a los bosques que actualmente están sin uso y son víctimas de la deforestación y los incendios.
Tierras Fiscales con bosques
Ávila lamenta que las tierras fiscales con bosques sean altamente vulnerables a la ocupación irregular y la consiguiente destrucción. Para evitar esta situación, sugiere que el Estado identifique plenamente estas tierras y, si se destinan a la producción forestal, las ceda a privados para llevar a cabo una producción forestal sustentable.
«Lo ideal sería que no hubiera ni una sola zona sin un usuario, sin una persona interesada en conservarla para una producción sustentable, que genere economía y estabilidad económica», afirmó.
Señala que si se lograra introducir al circuito productivo maderero 5 millones de metros cúbicos por año, se necesitarán 17 millones de hectáreas bajo producción en Bolivia. Esto podría generar más de 1.200 millones de dólares en exportaciones y un mercado interno de aproximadamente 900 millones de dólares anuales. Este esfuerzo requeriría la colaboración de actores tanto privados como comunitarios.